Llovía y llovía en la ciudad.
Las gotas reventaban el instante en que chocaban contra el parabrisas, a un ritmo algo menos acelerado que sus latidos. El compás de las gotas ensemblaba una melodía similar a algo escuchado en la banda sonora de algún film francés de colores saturados y dulces aromas que nunca habían podido terminar de ver juntos.
Mientras tanto, ellos, dentro, sonreían.
martes, 19 de junio de 2007
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